“En
una imaginativa, sobria puesta del talentoso Luciano Cáceres, y con
una excelente traducción de Rafael Spregelburd, Leonor Manso hace
una interpretación magnífica, comprometida hasta las fibras más
intimas, de esa mujer inteligente, irónica, lúcida hasta el final,
que rechaza la compasión ajena y, sobre todo, la autocompasión.
Trabajo de una intensidad conmovedora, llevada al límite de lo
soportable. La luz y la banda sonora contribuyen a crear el clima de
pesadilla, de infierno que ofrece una sola salida hacia el descanso
anhelado. Una experiencia inolvidable.”
Ernesto
Schoo – La Nación 13/04/06
“El
montaje de Luciano Cáceres es en extremo despojado, minimalista. Su
propuesta se apoya en lo vivencial, en explorar los mínimos recursos
expresivos (…) donde la protagonista se expone a la mirada como si
fuera posible la representación del inconsciente de una persona que
ha cruzado el umbral que separa la barrera del dolor y la
desesperanza (…)
Es
muy difícil encontrar adjetivos con los que definir la excelente
actuación de Leonor Manso. Su interpretación es casi un milagro de
la representación en la capacidad y el arte de poder transmitir un
cierto estado de locura latente, punzante, ineludible. Su presencia
en escena es como un imán que atrapa al espectador y no lo suelta
hasta más allá del final.”
Juan
Carlos Fontana – La Prensa 26/04/06
“En
una simbiosis total con este texto –que fluye con estilo en la
cuidada traducción de Rafael Spregelburd- la iluminación de Eli
Sirlin, el diseño escenográfico de Agustín Garbellotto y el sonoro
de Gabriel Barredo, acompañan climas y estados de ánimo. La luz que
cae sobre el rostro de la mujer, cuya figura se recorta en la caja de
penumbras del escenario, supone un anhelo de trascendencia. Lamenta
el abandono y cuando “la cordura la visita” (a las 4.48) padece
tanto la vida absurda como la vida de sufrimientos. El texto no es
delirio, ni fútil descarga emocional, sino desgarro y depuración de
interrogantes. La lluvia de medicamentos que al promediar la obra cae
sobre la escena, subraya la inutilidad de una medicina que no
reconoce quien se sabe sin chances.”
Hilda
Cabrera – Página 12 02/05/06